-un puñado de amigos son lo mismos que alientan mis horas.-
Noche de ronda: jueves. Barada en pleno disturbio debido a un desorden mecánico. Terminé sentada con las venas a punto de estallar, la presión de la sangre sustanciada y la burbuja de mi cabeza desintegrada.
Por detrás de los vidrios me miraste, y descansamos un rato. Quemada volví, quedé preocupada, y prefiero no opinar de lo tuyo de hoy. Me anticipaste ayer- para mejor.
Molestia- es un mosquito- viene a oler, y se encuentra con la mierda de otros.
Entre ese montón que poco me significaba, encontré una nota. Te enamoraste de aquella alumna que no pudo contigo, te viajaste lejos, no la olvidaste, escribiste, canalizaste, fue amor idílico y respetuoso que todo el pueblo supo. Desfasada de tu tiempo me enamoro, te juro fidelidad eterna.
Fortaleciste hoy mi optimismo, sentís un buen trato de mi parte, y me ayudás y querés que salga adelante, en esta tarde aprendí: poco importa el tiempo, miles de funciones de las consolas y quién sabe cuanto más.
En busca de deshacerme de lo que cargaba, me acompañaron, fue más entretenido y a la vuelta disfrutamos sólo como espectadoras ilusionadas. Confías, y me sorprende que nos entendamos así.
Llamó. No respondí. Llamé. Corrí. Llegué. Socorrí. Bajamos un poquito. No le dí más vueltas al asunto y te relajaste, poco pero alivió tu dolor. Otros sueños. De hoy en adelante cada instante un diamante.
MEMORIA: Eduardo Mignona (17 de Agosto de 1940- 6 de Octubre de 2006)
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