miércoles, 19 de febrero de 2014

Ojalá

Escribí un texto para vos. En realidad para los dos. Un registro de esto que nos sucede. Para que lo pueda leer más adelante y entiende porque resultaron las cosas de tal o cual manera. Es la primera vez que escribo sobre vos. Raro. Escribo sobre todos los tipos que se me cruzan en la vida. Ya cuando tengo más de dos encuentros sexuales y me generaron una mínima sonrisa, algún texto les dedico. Ellos siempre son un “él”, fastidioso, egocéntrico, un poco sensible pero con máscara de macho cabrío. Vos sos uno más de todos esos hombres, que me hacen hablar desde el útero. Porque nos quejamos de que los hombres piensan con la pija, pero nosotras pensamos desde el centro de nuestro cuerpo. Lo que sospecho, es que quiero que seas más que uno de esos egocéntricos fastidiosos, que quiero que seas de los pocos que me hacen cocinar, leer, escribir, que me remontan a mi ideal de mujer, si al mío. Perdón, pero soy una egoísta que quiere su plenitud. Y más aún me gustaría que si me dejas llegar a esa plenitud, te quedes para que te la comparta. Oxalá!

Endogamia…

Envueltos en palabras de un universo que se aburre si no habla, me pedís que no emita sonido. Te dejo bajar por mis caderas, mientras indagas a ciegas… me exploras, me oles, me mordes, te obedezco. Y asoman de a ratos los miedos por los poros, distancias de lagos transparentes, se revelan en tu cara, que no puede verme, porque yo también estoy transparente. Me fastidio, te mandoneo, te grito, te escupo. Vos preferís no hablar, pero cuando me queres pegar, con una palabra, lo haces bien fuerte. Quedate tranquilo, no no estamos enamorando...