sábado, 29 de marzo de 2008

SENTIDO

De lo absoluto a lo nostalgicamente real.
Casi providenciales, las palabras me someten a examen. Si son excusas para amar, más vale que me de cuenta. Si en realidad me convenso de algo que no es, pido auxilio.
Lo unico que pasa por mi cabeza ahora es el tiempo. Tiempo que dira lo que necesito escuchar, lo que me ata pero a la vez me libera.
¿Será todo cuestión del estado anímico? ¿o será que ayudado de ideales se puede construir algo?
No se que es lo que creo. No lo quiero creer. No me puedo escuchar diciendo estas palabras. No tolero mi tono, mi forma, mi voz, mi fuerza, mi debilidad. Eso deberia dejarlo anotado. Preguntarme por que siento que no tengo mas fuerzas, una vez que te dije todo, todo lo que sos para mi.
Como en un no-estado, floto, me detengo a verme actuar y de nada sirve. Sin ganas de pensar, realmente sin ganas. La tormenta se distingue a lo lejos. Tormenta de marzo, otoñal, no es santa rosa. Se puede oler. Los colores se alternan y sin embargo, aca abajo hay sol.
Como un ciclo biologico que altera los caracteres, como cuando hay luna llena y el corazon esta vacio. No hay mas que dejarse ser, temer un destino, boicotearlo, pero sentirlo.
Humedad. Claridad. No es lo mismo si te alumbran. Yo ya jugué. Las cosas jamas estuvieron claras para nadie. Quien dice que tiene las cosas claras miente, o no entendio la pregunta.

martes, 25 de marzo de 2008

Antes que esperar, camino

Cuan diferente podía llegar a ser todo. Nada. Los auriculares puestos, libro en mano. un mundo de ideas solo en mi cabeza. Mi madre dice que no hay razón para vivir solo en la cabeza. Le repetí por años que pensaba así por ser ella simple. A veces me arrepiento de haberlo hecho. El colectivo se balancea pero no me perturba demasiado. Prefiero ni mirar por dónde andamos. Soy extranjera allí. Todo parece ir al ritmo de Such Great Heights, y el diseño de arte de un film de Anderson. Hasta que plaf. Un hombre cae. De sorpresa al suelo cae. No escucho la caída, pero lo veo, el hombre a mi lado y todas las cabezas volteándose a seguirlo. Todo en un tiempo lento, casi coreográfico. Dejo que el ruido del mundo invada el mío. Todas las caras dentro del coche miran al hombre justo a mis pies. Se detiene el tiempo. Pienso, pienso en los rostros de su familia, las lágrimas de sus seres queridos como si los conociese. No sé quién es quien pero lloran por él. De pronto le gritan al chofer que se detenga. Una mujer pide con enojo que los hombres lo levanten al pobre señor. Que los hombres lo levanten, porque los hombres tienen fuerza. Todos siguen atónitos mirando. Yo sólo veo el rostro de su mujer llorando. El hombre abre los ojos. Sus bolsos están desparramados. Lento dos muchachos intentan levantarlo. Una señora se pone de pie, siente que mirando esta enviando energías para ayudar a levantarlo también. Arrimo los bolsos a mi asiento. Me levanto, le pido al señor que siente en mi espacio. Tomo su mano como guiándolo. Quizás por un rato pueda sentir el mundo en el que yo estaba. Pero el chofer le dice que lo va a dejar en el hospital. Detiene el coche en un parada. Nadie entiende lo que responde el hombre. Mejor dicho, el hombre no responde. Comienzan las quejas desde el fondo del auto, que qué va a pasar con el resto de los pasajeros, que si va a haber otra vuelta. El chofer con su mejor cara de poker, ofrece pasarnos a otro coche. Lo miro al hombre sentado en mi asiento. Su mirada se pierde en la porción de cielo que se ve desde la ventanilla. Me bajo casi corriendo. No pienso en esperar nada. Camino. Camino. Tengo fuerzas para caminar. Mejor camino.

miércoles, 19 de marzo de 2008

paso a la vida nueva

Nos leo un año atrás. Que lindo es encontrar plasmado quién era uno en el mismo mes del año previo. Y ahí estamos Marta, tan niñas incrédulas, ingenuas, descreídas de la vida y de la muerte. Diciendo nunca, diciendo siempre, como si tuviese un certificado de validez. No hay cuenta corriente. Ojo bien cerrados, pero el sol se siente en la piel. Volver a creer, sin necesidad de borrar nada, pudiendo crecer.

nacer de nuevo en esta pascua.

lunes, 17 de marzo de 2008


cuando no encontrás la suerte

todos tréboles de tres hojas

como cuando te falta uno para el quince

jugando a la escoba

jueves, 13 de marzo de 2008

not/ i/ fic/ acion

En los autos caratulados N/N C/ MD S/Agravios, en virtud de la presentación de agravios, por demora en el ejercicio del derecho de goce ante situaciones inesperadas, el Sr. Presidente del Tribunal dictó la siguiente providencia.

La Bastilla 13 de marzo del año 2008.

1) Ante la inminencia de daño pasen a embargarse las sensaciones que la parte demandada no puede asimilar, provocando en ella un desequilibrio emocional recurrente. Llegado al caso que el impedimento subsista, internese a la demandada en un lugar muy lejano, donde no pueda afectarnos con sus nimiedades. Si esta parte se negara a dicha internacion procedase a subastar las sensaciones para entonces ya embargadas y con el saldo cubrir los gastos y daños ocasionados al accionante, sin perjuicio de que un futuro arrepentimiento pueda modificar mi resolucion, debiendo llegado el caso, tratarse como y cuando corresponda.
2) Pasan los autos a revolver, y a congelar en el tiempo a las partes de manera que no se putrifiquen.
3) Pasado un tiempo prudente en el que ya no queden rastros de las sensaciones conflictivas, es decir, cuando la accionada haya podido superar el desequilibrio emocional autoprovocado y el accionante haya aprendido a vivir con ello, dictaminese que la insania mental es pasajera y que no hay mal que por bien no venga. (snif).
He dicho.-
4) Regístrese. NOTIFIQUESE.

DR. JULIO CORTEZ
(Juez)
queda ud. notificado

PASE A LA OFICINA DE MANDAMIENTOS Y NOTIFICACIONES DE LA BASTILLA

chupetines eternos

nadie es su propio consuelo cuando se trata de llorar por la calamidad mental y la vida se divide entre pensamientos y actos, sin que uno lleve a lo otro, siendo algo bueno y malo al mismo tiempo, todo al mismo tiempo, como una nena de 5 años que rie y llora porque tiene un chupetin, pero se porto mal y se lo van a sacar -pero disfruta porque ahora lo tiene y le gusta-.
pos e sion.
-"no amanda, no. amor es lo de ellos. o lo de naides".

Cansada del estilo.



De la queja,
del reproche,
de cuando llego tarde y solo quiero paz.

Cansada del humo,
de la ansiedad,
de tener que sonreir todo el día, todos los días.

Cansada de mi,
de los intentos,
de lo que dice la gente que es mala y comenta.

Cansada de demostrar, de soñar, de explicar, discutir, arruinar, encontrar, soltar, enterrar.

Cansada del estilo, en el que me muevo... desde que sale el sol hasta que se va muy puesto.
Necesito vacaciones. Urgente.

sábado, 8 de marzo de 2008

que mas


Todo cambia. Desde la percepcion hasta la forma de olvidar. Cada centimetro se equivoca y te dejas llevar por lo que nunca hubiera pretendido. De la forma en la que me hablas se deja ver la calidad de la comunicacion. Basta para que me calles, deje el silencio atravesarme sin enojo.. porque sospecho que no hay mucho ya que hacer.
Todo cambia. Desde la percepcion hasta la forma de olvidar. Cada centimetro se equivoca y te dejas llevar por lo que nunca hubiera pretendido. De la forma en la que me hablas se deja ver la calidad de la comunicacion. Basta para que me calles, deje el silencio atravesarme sin enojo.. porque sospecho que no hay mucho ya que hacer.
Te escucho. Cuento hasta diez, hasta que se me pase, (por favor que se me pase), se hacen cien, y sigo contando. Es demasiado, no llego a entender como podes tomarte todo asi, pensar que nadie se da cuenta, que nadie piensa lo que sos, que no tenes nada que hablar, que aclarar, que me seguis y te voy a escuchar aunque me duelan los oidos.
Sabe que nos vamos a lastimar mucho justamente por ser tan distintos.

jueves, 6 de marzo de 2008

así son las cosas

Me cansé de explicarte que no me gusta que me hablen ni bien me levanto. Tenés la habilidad para preguntarme algo, ofendiéndote luego por no recibir respuesta. No entendés que no quiero que se coman el queso que compro, porque necesito volver de trabajar y comer un pedacito. Odías que nos corten la luz porque me olvidé de pagar la cuenta. Creí acertada la idea de conocernos en la convivencia. Hoy después de doscientos ochenta y ocho horas, y ciento veinticinco minutos, creo que nos conocemos más que algún noviazgo de meses, pero tiene menos expectativa de continuidad la relación. Sin embargo, te miro en la cama sentada, cuánto encaja tu mirada con la que yo esperaba. Y salgo de casa un par de horas y leo tu nombre en todos lados, cada melodía me recuerda a ti. Y vuelvo y me pedís que cocine. Nos reímos, porque es preferible esperar un rato y que cocine yo, antes de que quemes la comida. Terminar la cena y compartir un cigarrillo. Que vos estudies con tu café hirviendo, mientras yo haciendo trabajo atrasado me tomo un té dulcísimo y helado, me resulta tan único. Que laves los platos y te mire de espaldas, y que a cada rato te des vuelta a espiar que hago. Aunque hagan sólo doce días y parezca que nos queremos matar, prefiero escucharte gritar a la mañana, que no tenerte a la noche en la cama durmiendo junto a mi.

lunes, 3 de marzo de 2008

Anónimo veneciano

Bajé de la góndola, hería realmente mi alma el olor a podredumbre que la ciudad emanaba. Ciudad de mis recuerdos de juventud, de los años dorados, en los que había perdido la inocencia, con aquel que de tanta felicidad me causo tanto daño. La vuelta a Venecia tenía que ver con un encuentro con Enrico, con el director de orquesta frustrado que me había dado el primero de mis dos hijos. Bastante mal predispuesta, me vestí con ropas más baratas de las que usaba normalmente, temía que un poco de elegancia reforzara su interés por quitarme dinero o chantajearme. Venecia agonizaba maloliente parecía ser un muerto en putrefacción. Caminé algunos pasos, allí estaba Enrico, esperándome. Él me había llamado para el ecuentro en esa ciudad en la que nos habíamos casado, lazo que nos unía por esos días aún, no era bueno a los ojos de nadie ser divorciado. Hacía ya ocho años que yo viví en Ferraro, junto a mi hijo Gorgio, y a mi pequeña Anna de cuatros años, hija de mi actual pareja, a quién yo llamaba marido, y de quien me hacía llamar esposa. Enrico guardaba el encanto de la primera vez que lo había visto. Su boheme se notaba a lo lejos, y el pañuelo en el cuello le hacía lucir guapo. Me sonrió, y sus ojos brillaron atentos ante mi. Recorriendo los lugares donde vivimos nuestra unión, nos pusimos al día con nuestro presente, pero cada noticia del otro nos imponía una discusión, un llanto, que se arreglaba en una caricia, en una palabara bella. Intuía yo todo el tiempo que Enrico quería que hiciesemos el amor, pero me daba tristeza pensar que lo hacía para vengarse por todos los años que me habían separado de él. No puedo negarlo me moría más yo de ganas de besarlo, nunca había dejado de amarlo. Después del almuerzo, después de haberme soltado el cabello sabiendo que él lo prefería así. Fuimos al puerto, yo partiría en un rato de vuelta a casa. No terminaba de entender a que había venido. Fue allí dónde me develó que estaba enfermo, que tenía un dolor muy fuerte en la nuca, que se estaba inyectando calmantes, por eso llevaba el pañuelo al cuello. Le pregunte que era lo que le habían diagnosticado, y sólo respondió que le quedaban cinco meses de vida. En ese instante percibe que Venecia olía peor que cuando había llegado, que mi Enrico se moría y la ciudad lo enterraba. El mundo se derrumbo rápidamente ante mis ojos, no dejaban de pasar imágenes de tiempos felices a su lado, escuchaba la voz de mi hijo preguntándome por su padre y rezándole a Dios por su felicidad. ¿Es necesario saber que el otro dejará de existir para querer volver átras, besarlo, compartir cada alegría y la belleza del mundo? Enrico me miraba esperando que yo me despidiese y tomáse el tren vuelta a Ferraro. Le pedí me lleve a su casa, donde encontré una foto mía. Dijo se la mostraba a las mujeres que lo visitaban y les decía que era su esposa, aquella que lo había abandonado, a lo que le respondían que mi cara era de prostituta. Lo dijo y se notó el dolor, la bronca, la impotencia en sus ojos. También encontre una carta dirigida a mí, escrita por la mitad, en la que me advierte de su enfermedad y de la muerte cercana. Me mantuve un rato en el balcón, admirando el deterioro de mi bella Venecia, hasta que sin contenerme me acerqué a Enrico, y con la misma pasión de los 19 años, lo abracé, lo besé, lo apreté a mi pecho. Nos besamos, nos amamos, nos bebímos por un rato. De pronto se atacó, me abrazaba fuerte y gritaba por sus dolores, por su frustraciones, por su poca expectativa de vida, me pedía me fuese, y me quedase a la vez. Sinceramente lo único seguro en mi, era no querer dejarlo ni un segundo solo. Lo mime hasta que se calmó. Hora más tarde practicó su concierto, y me aclaró que yo debía dejar Venecia a las ocho y media. Hice que no lo escuchaba. Salimos nuevamente a caminar. Miramos vidrieras, recorrimos tiendas, mientras él me pedía qu eme probase todo lo que encontraba, y me alagaba. Me dijo que las arruguitas junto a mis ojos me hacían ver más radiante que nunca. Reímos hasta llorar. PAra distraernos, compró un regalo a nuestro hijo, un toca disco. Luego le enviaría el disco, que grabaría esa misma noche, por correo. El siempre había querido tener una nena, por eso al enterarse de que mi segundo hijo era Ann, instántaneamente le compró regalo a ella también. Fuimos a la Iglesia dónde darían el concierto. Me presentó ante sus colegas como su esposa. Mientras tocaban y grababan la prueba no pude más que llorar, su cara reflejaba el amor por la música, el amor por la vida, y me miraba amándome como siempre había hecho. Admito que cuando me alejé de él fue sólo porque nunca tolere la vida boheme. Mis miedos e inseguridad burguesa me alejaron del verdadero amor. Enrico se desconcentró, no pudo seguir las notas, y pidió detenerse un segundo. Me miró con una sonrisa enorme en su cara. Ya en la entrada me había agradecido la visita. Le había preguntado que esperaba de mí. Con el orgullo de siempre respondió nada. Yo en su lugar hubiese pedido no sufrir más y que él me matáse. Le ofrecí matarlo, se asustó hasta sonreír. Ahora estaba sonriendo igual, tragó saliva y tras fingir un poco la voz, para no mostrarse quebrado, me pidió me fuese, pues en casa me estaban esperando. Corrí, corrí dejando atrás las estatuillas de los santos, los vitraux descoloridos ya por los años, y la resonancia del sonido pasado rebotando en ese oscuro lugar. No pude más que llegar al jardín de la entrada, que me desplomé a lorrar. Las luces de toda Venecia iluminaban la noche, como velas alrededor del muerto.