martes, 25 de marzo de 2008

Antes que esperar, camino

Cuan diferente podía llegar a ser todo. Nada. Los auriculares puestos, libro en mano. un mundo de ideas solo en mi cabeza. Mi madre dice que no hay razón para vivir solo en la cabeza. Le repetí por años que pensaba así por ser ella simple. A veces me arrepiento de haberlo hecho. El colectivo se balancea pero no me perturba demasiado. Prefiero ni mirar por dónde andamos. Soy extranjera allí. Todo parece ir al ritmo de Such Great Heights, y el diseño de arte de un film de Anderson. Hasta que plaf. Un hombre cae. De sorpresa al suelo cae. No escucho la caída, pero lo veo, el hombre a mi lado y todas las cabezas volteándose a seguirlo. Todo en un tiempo lento, casi coreográfico. Dejo que el ruido del mundo invada el mío. Todas las caras dentro del coche miran al hombre justo a mis pies. Se detiene el tiempo. Pienso, pienso en los rostros de su familia, las lágrimas de sus seres queridos como si los conociese. No sé quién es quien pero lloran por él. De pronto le gritan al chofer que se detenga. Una mujer pide con enojo que los hombres lo levanten al pobre señor. Que los hombres lo levanten, porque los hombres tienen fuerza. Todos siguen atónitos mirando. Yo sólo veo el rostro de su mujer llorando. El hombre abre los ojos. Sus bolsos están desparramados. Lento dos muchachos intentan levantarlo. Una señora se pone de pie, siente que mirando esta enviando energías para ayudar a levantarlo también. Arrimo los bolsos a mi asiento. Me levanto, le pido al señor que siente en mi espacio. Tomo su mano como guiándolo. Quizás por un rato pueda sentir el mundo en el que yo estaba. Pero el chofer le dice que lo va a dejar en el hospital. Detiene el coche en un parada. Nadie entiende lo que responde el hombre. Mejor dicho, el hombre no responde. Comienzan las quejas desde el fondo del auto, que qué va a pasar con el resto de los pasajeros, que si va a haber otra vuelta. El chofer con su mejor cara de poker, ofrece pasarnos a otro coche. Lo miro al hombre sentado en mi asiento. Su mirada se pierde en la porción de cielo que se ve desde la ventanilla. Me bajo casi corriendo. No pienso en esperar nada. Camino. Camino. Tengo fuerzas para caminar. Mejor camino.

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