La noche era fría y ventosa. Estaba parada en la puerta de tu casa. La luz adentro me advertía de tu presencia. Llevaba puesto un tapado gris hasta las rodillas. Un echarpe blanco y suave rodeaba mi cuello. Mi pelo corto se volaba en el aire, y aunque era de noche, vestía lentes negros. Toqué el timbre. Preguntaste quién era... no respondí y la intriga te superó. Abriste apenas para husmear, porque veías mi sombra tras el vidrio de la ventanita de la puerta. Me viste y una sonrisa falsa te lleno la cara. Me hiciste pasar, yo apenas hablé para responder que no quería beber nada. Me quité los lentes, los ojos llenos de lágrimas sobresalían de mi cara. Te asustaste y me ofreciste sentarme. Pero sin escucharte revolví en el bolsillo de mi tapado. Dije un: "Ya que no te gustan las despedidas...". Saqué un arma y disparé en el medio de tu frente.
Si, eso soñé anoche... que te mataba.
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