viernes, 12 de septiembre de 2008

si no comes de mi carne, la carne nos come

"la pasión actúa por reflejo"
Bajó las escaleras. Era insoportable la tortura. La obejtivización del amor que dispara una obsesión constante. Los pasos crujientes en la madera. Apenas unos rayos de luz abrigan el ambiente. Un grillo en el patio le recuerda la vida afuera de esa casa. Él, que nunca toleró el encierro, que los minutos enclaustrado le desataban la locura, y tenía que salir a derrochar dinero ajeno. Es el mismo que no deja el aprisonamiento de la residencia que aún comparte con la que fue el amor. Un avance discreto a la cocina. Una almuerzo para calmar las aguas. Despierta ella para encontrar la mesa lista. Ambos vistendo el atuendo de cama. Sobre los platos luce el manjar. Los jilgueros musicalizan la sala eclipsada. Se van vaciando los platos. El ruido de los cubiertos decrece. La exquisitez que les consume la vida. La pasión que desenfrenada, sino se significa en amor, lo prende fuego todo. Para calmar las aguas, el sueño eterno.

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