Sonaba el teléfono, a lo lejos. En la habitación vos y yo, atragantándonos con la mierda que sale cuando ya no damos mas. Un poco de cordura, era lo único que necesitábamos. Me escuchaste hasta el final, sabias que no podias osar interrumpirme. Los ojos llenos de lagrimas, mirabas un punto fijo. Nada de lo que te decía era real, de mi boca solo salian imágenes en blanco y negro, posters de los 80, odio de meses acumulado. Se veian turbias, como las fotos que están colgadas a la izquierda de tu ventana, y que no tienen nada de posmodernas. Un whisky o dos, y terminamos acogotándonos. Un lindo sueño, para un estudiante de psicología.
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