El momento del llanto, de la emoción. En la hora mágica de una tarde en BA. Una banda de jazz. Perfume importado alrededor. Algunos ricos y famosos, algunos familiares y amigos. El cambio de rumbo elegido y decidido, apostando a envejecer en compañía. Porque, el amor cuando es verdadero contagia. La perfección de la juventud, y la belleza, se une para lo que la vida les depare. Lloro, por el amor de los amantes. Lloro porque atraviesan dificultades inmesurables, para proteger algo que cuando se descubre, intuyo debe ser único.
Mientras, sigo siendo la menor de una familia armada como rompecabeza. La menor, que busca besos y abrazos en todos los hombres. La que no puede vivir la soledad. La susanita que si no encuentra el amor, vive de cama en cama, desprotegida, buscando un recoveco donde anidarse. Porque las parejas ideales son un ejemplo fuerte, y no siempre toca la experiencia desde dentro.
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