Te hace falta una tarta de fresa. Yo estoy tapiada, sin ni siquiera empezar. Me detuve ya en tu puerta, pero no temblé, era tarde para pensar si hacia bien o mal en estar ahí. Cambié la estación, los trenes, mi rumbo. Porque ya tenía otra casa, una nueva, toda mía, y las habitaciones de hotel ya no me quedaban cómodas. Sin presiones, sin sombras. Una terraza que desde siempre me esperaba que en primavera me recuerda tu otoño, y que en este invierno te veo otro. Como si esta vez fuera distinto, porque te hablo como siempre quise hablarte, como soy yo. Desde un costado, desde este costado que guardo para mí, no para vos. Porque ahora podes escuchar, porque ya no tenes los mismos miedos, porque estas pensando que algún día intuiste lo que te podía decir.
Tengo que decirte algo. En realidad creo que si lo sé, que estoy segura. Ya no quiero tarta de limón, prefiero la frutilla, y en invierno nadie la consigue. Si saltas, no salto. Me gusta decirte que no. Porque en tu cara hay sospecha, y hay duda, pero sobre vos, no sobre mi. Pero hace rato que no te tenía tan cerca.
Hay días para agotarse de pensar, pero no hay modo de dejar de hacerlo. Voy a soltarte para no ser libre. A dejarte pasar para verte correr.
Cuando te soltaste el pelo me di cuenta que no tenias ganas de escucharme más. No te reconozco la voz, y me es más fácil agradecerte que reclamarte. Lejos te quiero cerca, y cerca me enfermo. Cuidame de mi, y no dejes que me de cuenta. Con la mirada, siguiendo los pasos, como cuidándome de lejos, para no hacerme más daño del que yo puedo hacerte, sin querer pero queriendo, dejándome las manos como esposas que no te pueden tocar.
La inspiración ya no es amiga, sino engaño y en su goce me agoto. Porque a veces la imitación asume que se llega a ciertos caminos, que no siempre concuerdan con los de uno. Y yo giro como un trompo, y vos también. En la calle, en la foto, en el cuarto de enfrente, en el aire, te siento en el aire. Y de pronto cual paracaidista caíste en mi mundo que es en un enriedo que yo misma me dedique a adornar de risas para no perderme en el. Y te gusto tanto, que lo hiciste tuyo y yo me tuve que mudar. Porque hacerse los locos es fácil, pero serlos es lo complicado. Aunque casi pareciera que son sinónimos.
Y en tu casa me das el lujo de dejarme llorar. Niña las pelotas. Y tu papá también. Como cuando caminábamos para llegar a la esquina de un barrio ajeno. Y encontrar en esa historia el proyecto sin fracaso. Para contar tu mundo y el mío mezclados, que un día ya no tuvo nada que decir. Porque el país de tus ideas siempre me resulto de maravillas. Te encontré sentado en esa mesa, de espaldas a la ventana y como no me viste te fui a buscar. Para contarte que yo ya había cambiado. Y era la misma, que repite siempre el mismo sueño que ya me llevo a la decepción. Te pregunte por vos, pero no me contestaste. Es que nunca me dio todo igual, y ahora menos. Estamos varadas, porque apuradas no llegamos a ningún lado. En tu ciudad te encuentro plena, como en el arenero del jardín. Entre tanta estética, no te puedo encontrar, y se que hay algo ahí casi escondido, que se parece demasiado a mí. Me intriga. Si me dieras un rato para sacarte la ficha. Pero yo prefiero ser Bergman, y vos te remontas al principio, a mi no me hace falta.
Y así te pongo contra la pared, para que te congeles y así, yo te puedo mirar hasta que me canse. Pero la verdad, ni tengo ganas. Sinceridad a pleno, mi mejor carta de truco cuando jugamos chinchón. Es que en el medio de tanto experimento, no sos parte de mi laboratorio, y me da pena haberte conocido así. No me parece que no estes aca, ahora. No me parece que te quedes ahí. Pero no me desarma tu egoísmo. Es como cuando te pido una tarta de fresa. Te la traiga yo, y te la comas vos. Empecemos por no en-pe(n)sar. Empecemos por algo. Un día te vi y me encantaste, un día te odié, y pensé que era mejor estar lejos. Amarte a distancia es un lujo puro, porque me deshago de toda posesión. Total, yo te amo y vos sabes que estoy acá. Lejos. Pero si gritas te escucho. Un sorbo de vino, y descubro que estás ahí, más cerca de lo que imagino. Felix año.
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