esa tarde en el jardin, de espaldas a la casa, cuando me dijiste que sea paciente, que confie, porque estabas seguro de que algo iba a suceder, porque vos me prometias que iba a poder ser feliz, te miré desconfiada, con esa cara de culo que tanto me caracteriza cuando me sorprende la respuesta y no me deja seguir quejandome: una seja levantada, la otra agudizando el negro de mis pupilas.
¿como alguien puede prometerme una cosa asi? no creo, te contesté. pero ojala tengas razon.
una charla como un manto de esperanza. nada de enmarañarse en sentimientos, nada de romper todo.
una paz infinita en tu abrazo, que es unico, y a la vez como tantos.
me pregunto donde estaras hoy, donde podré encontrarte o en quien te puedo encontrar. solo para descanzar unos minutos, para meter la cabeza en agua fria y el corazon sobre una almohada. para decirte, que tenias razon y que necesito que me lo digas de nuevo.
este mundo nuevo, este cambio de perspectiva, esta revolucion interior, deja en evidencia que necesito un buen ajuste de tuercas. brindo por mi mecanico, él si que la tiene re clara.
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