A la interpretación de mi abuela, compran drogas en la verdulería de las veinticuatro horas. A la visión de mi padre, son unos snobistas que no entienden nada de lo que se vivió. A la visión de un viejo amante claramente la que no entiende nada soy yo. En la visión de mi difunto eran unos pobres imbéciles sin vida.
Desde mis ojos, no veo. Me atraganto y me surge la verborragia que no explora palabras porque se me cayeron de la cartera, y me queda un dolor intenso en el medio del estómago.
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