domingo, 15 de abril de 2007

PILETA LIBRE

En el rocío de la madrugada otoñal, a vistas de los cuerpos moribundos e impenetrables caminamos de un lado a otro. Despotricamos contra la infidelidad de los amigos irresponsablemente abandonicos. Nos dejamos llegar al ingreso infernal, en el mismo momento que entra de rojo y nos abraza. Colma los espacios de humo que quedan luego de una rueda pasada que retorno rencores y amores que no se dejan olvidar. Lavo sus pies. Volvemos a la cancha. No queremos ser de aquellos que criticamos y buscamos la forma de convertir nuestros cuerpos en camillas para las mantenidas de siempre, que acarrean sueños viejos. Nos mantenemos mutuamente. El vino nunca llego a servirse. En el eco del espacio que me es ajeno y nuevo, nos ojeamos temblando de la helada. Irritación pos parto. De repente un reproche de chusmerío. Aquellos mismo son los que sabotean tu 'como unidad' frutícola, te maquilla y no te deja ver, te retruca la paranoia. No milites Minotauro. Arriesgada quiero deslindarme acerca de lo emocional que no ha repercutido en lo físico de la cuestión. Salvataje, corriendo, silbato guardavidas, salen incólumes. Ya no me endoso responsabilidades. La princesa quiso consolarlo. Pero no era de los diez correctos. Mis intenciones se alejan de volverme polemista, pero ¿ no han visto la mugre de los pescadores de la noche? La falacia se desprende de mi pensamiento, no estoy lo suficientemente sabia para la ruptura del pensamiento. Pobre Patroclo, su muerte desencadeno en venganza. La cría del tamagoshi somos esta generación deformada.

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