lunes, 17 de noviembre de 2008

tras(H)noche

Un llanto agudo, un puño pega contra el vidrio. La cama viste de bordo con hilos dorados. Cada escalera te pasea por los rostros más reconocibles del redondo. Suenan los gritos de otros tiempo como fondo en cada cuarto, sin llegar desde parlantes. Los pisos marcan huellas que ya se pisaron y brotan del subsuelo como humedad. Cruzando la entrada un hall se impone con el arte de los que habitan- enajenados de ser artistas. El cuadro que guarda una espíritu de Chagall, amenaza con matarte, y volteando un caballo te infiltra su mirada. En el techo una placa en memoria de un suicida, y en cada ventana un alucinado intenta ahogarse en el vacío contra las baldosas ennegrecidas de un patio sin salida, que existe sólo, para guardar secretos.

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