Ronchas. Ronchas que me pican por todo el cuerpo.
Ronchas de vos. Me broto.
Casualidades-. Casualidades eternas, vagas, inconexas, aberrantes-.
Uno las mata, y cuando cree que ya no volverán a aparecer, inmiscuyéndose, con sus narices en la vida de uno, ahí están, bien plantadas en las caras de la gente, desconcertada, que nos mira como queriendo disculparse.
Por qué, digo yo, por alguna de esas casualidades, no se hubiera uno quedado con la mirada fija en el humo del cigarrillo, en el anden o en la ratita que parece sentirse en casa con tanta gente alrededor.
Ronchas. de tenerte al lado mío como siempre quise, menos hoy-
Me pica. Actúo como si nada, algo más para esta oscura ciudad. Relámpagos descontextualizados. Tu figura desamparada entiende que lo que es mejor para mi, no es posible ahora.
Me rasco, no puedo evitarlo. Nos miramos. Miramos como ninguno de los dos quisiera estar ahí, parados, hombro con hombro, lejos, en la agonía del sin sentido. Yo, vos, yo de nuevo. Repetidas frases y comprendo lo que provocas. De repente silencio. Alguien más está interesado en nosotros. Sin entender demasiado el porqué de nuestras caras juego, con el, sin vos.Y termino acá- sabiendo que ya me aburre proyectar una historia diferente-. Siempre es otra más interesante. Porque jugas.. dejás que yo me imagine el resto. O te obligo. Como lo hice siempre y por eso me gustas. Amor narcisista- nada más placentero y gratificante, pero creeme... sumamente aburrido
1 comentario:
"uno las mata... y ahí están"
y espalda con espalda diría yo, prefiero que avances y salgas y no nos miremos, y el aire pesado, que se vuelvo aún más denso, deja huellas de sudor en el cuerpo, y salís como un soldado marchando y te espera tu nueva- ya vieja madre que te abre los abrazos, como a un nene en la puerta del jardín. preferís no escuchar nada ni a nadie con tus auriculares, caminas lento en medio del pasillo casi oscuras en el que brota la humedad por todos lados. Y sigo fumando con esa gente que ya no me es ajena, y nos piden la imagen no el concepto, y me envuelvo en mi piloto- me encierro en el. me calzo las botas y asciendo lejos a un mundo animado por otros más fresco, de gente ajena, ajena a mi, a aquel, a la historia de la historia, pues cuando todos voltean la cabeza para verlo y decirmelo, me irrito ya está- no vuelvan a enardeccer, que transformo mis virtudes, despierto, agria tan indeseosa de vida.
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