lunes, 4 de diciembre de 2006

Cerveza negra

Falta para el 14. Qué hubiese hecho si hubiese tenido ahora ese número- Pasar el tiempo, todo para pasarlo y añorarlo como lo imaginablemente vivido. Sentada en el escalón puedo abrir el libro y volver exactamente a la misma hoja en la que lo dejé hace 11 meses. Prefiero escribir. Deletrear lo que no sé si siento pero ante no sentir nada preferible esto. Me corrí cinco lugares del mismo en el que yacía sentada hace casi seis meses, con el pelo diez centímetros más corto que hace 365 días y con el alma mil veces más corroída; quién hubiese dicho. Quién me hubiese dicho que desde la vereda de aquello que parecía un gueto, terminaría tirada aquí en la ciudad de los jóvenes nadadores en búsqueda del premio mayor: llegar. Sueño con el modo de llegar lejos y me estanco en un par de ideas rotas, que probablemente sigan dejándome a la orilla de un mar abierto y sucio: intoxicación+miedo al que piensen, los de ahora y los de antes también. Un amor desdeñado y el desdén al amor, más fracaso. Me afirmo como amante libre, me revuelco en la humareda de los que me asienten, hasta huír desesperada porque no sé vivir así, no puedo jugar sin reglas. Mis convicciones y el orgullo de la independiente que tiene la necesidad (o el destino previamente deseado, vilmente concedido) de ser AUTO-, dirigente en lugar y forma , cualquiera sea. Gris, ni fría, ni caliente. Perpicaz, ni precoz, ni exigente. Tener tacto me vuelve asquerosa, me vomito la vida a cada instante sin alcanzar digerirla. Desahogada, llegó al cordón. Me elevo y mi cuerpo se desintegra como humedad en la ciudad del niño viejo.

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