lunes, 18 de mayo de 2009

hace frío a la mañana y yo escribo pavadas

¨La mujer Tauro

Afuera, la escarcha- la nieve cegadora,
la furia sombría de la tormenta de viento -,
adentro, el rojizo resplandor del fuego
y los niños en su nido de alegría.¨
Linda Goodman
-Me quedé con la intriga!- me dijo cuando se estaba yendo... a lo que ni respondí. Había comenzado a leer como reconocer un tauro en el libro de los signos, pero se le hacía tarde para llegar al teatro, debía estar antes de la función, para maquillarse. 
Le abrí por el portero, y me quedé sentada en el sillón mirando por la ventana, sin saber realmente si había algo, del otro lado. Me llamó por teléfono Javier, me invitó a cenar por un tema importantísimo de trabajo. Fingí estar enferma, tenía miedo de terminar cometiendo cualquier error. Salir en la tapa de un diario por homicidio. Me parecía gracioso, pero sólo para un personaje de la ficción, no para mi vida, que venía en picada, sin ganas de invertir la dirección. Colgué el teléfono. Abrí la ducha. Vestida como estaba me metí bajo el agua fría. Nunca antes tuve tan claro todo, el frío me declaraba los instantes que me impedían seguir. Una fuerza interna, me obligo a sentarme en la bañera. Lloré por horas, al punto que amaneció, y el agua salía de a gotas. Un vecino me golpeaba la puerta, preguntándome si estaba bien, y escuchaba que llamarían a la policía, o a mi madre. Que comparación tan ingrata, aunque en el algún momento de mi adolescencia habré creído que mi madre se asemejaba a un policía. Pude salir, nadie llamó a la policía, y ese día empecé a trabajar en otro lado, conocí a Marcos, que lo mire porque se llamaba igual que me padre fallecido. Mi vida aunque no lo sugerí yo, cambio de dirección. Todo esto era para explicar porque en verano, en invierno o en media estación me baño con agua fría, porque veo todo más claro.

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