sábado, 4 de octubre de 2008

Se ha vuelto ciega. Implora la luz, desfalleciendo sobre la falda de su madre. El consentimiento eterno se ha acabado. Un niño con un helado, vestido de marinero y su madre, tan naif. El eco que provocan los techos altos. Cuando la oscuridad nos deja ver la doble parrilla. Castaño claro corto. Un farol que le quema la cara. Temor de amar o morir. Pero los bigotes siempre los lleva el villano.

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