jueves, 19 de julio de 2007

primavera dentro suyo

"cuando el cuerpo no espera..."
Al bajar del colectivo, tomo hacia la izquierda . Encontró un kiosco de revistas que nunca había visto. Se detuvo a pensar si era el recorrido correcto a la casa de su tía. venía creyendo que eran esos los árboles de siempre, las veredas, la casa de color verde. Pero enfoco su mirada en la casa que era naranja y en las veredas que no eran las de siempre pues aquellas estaban rotas y sucias. Nunca antes había pasado por ese kiosco ni había imaginado que en invierno los árboles estaban tan crecido, tan repletos de hojas, que poseían flores de colores, ni daban ese perfume al barrio. La primavera dentro suyo. Pero ella estaba con una campera polar color gris, y bufanda. El locutor de la emisora de radio que escuchaba el kiosquero anunciaba 7ºC en la ciudad de Bs. As., húmeda como siempre. El hombre del kiosco leía el diario, no se le veía la cara tenía un cuello azul que le tapaba hasta los ojos. Cata miró las revistas quería encontrar algo conocido. En una tapa de revista adolescente, estaba la foto de su ex. Era un viejo conocido, sintió frío. Las cosas se desteñían. Volteó la cabeza, se paso las manos por los ojos, y siguió caminando por esa vereda de la zona sur, que nunca había visto. Los árboles agitaban sus hojas por el viento. Poco a poco, Cata sintió un aire de verano, y el color tomo brillo en todas las cosas. Llegando a la otra esquina, un colectivo se detiene. Baja del mismo un hombre, que sostenía un teléfono celular cerca de su oído. Cata, lo miró. Un teléfono público en la vereda de enfrente sonaba aturdiendo el silencio del barrio a la hora de la siesta. Nadie atendía el teléfono. Cata aceleró el paso. El hombre cortó la llamada en su celular, se cruzó delante de ella. El teléfono público dejó de sonar. Cata miró al hombre. Él la miró, le sonrió.
- Te estaba llamando. Pensé que ya habías pasado, o que llegabas tarde. Decidí bajarme del colectivo y funcionó.
Cata que se mantenía inmutable ante las palabras del hombre. Revoleó sus ojos verdes y sonrió.
- Teo?- dijo Cata
- El mismo- asintió él a la par de su cabeza.
- Nunca espere conocerte aquí. Mucho gusto- dijo Cata, quitándose el guante violeta y dándole la mano al hombre, Teo, quien se quitó su sombrero, tomó la mano de Cata y la besó.
- Vamos, es por aquí.
"...lo que llaman amor"

1 comentario:

ester dijo...

..más se vive y se vive..

que emocion re-encontrarlos despues de tanto!!

creo que cumpliste! me cambio el humor...

M.

pd. Creía que "Teo" era con Th.