jueves, 2 de noviembre de 2006

Antídoto feminista

Me bajé del colectivo y ya no estaba.
Podría haberme quedado horas esperándome. Pero sabía que nunca llegaría.
Corrió por las cuadras oscuras que llevan a mi casa. El guardia la mira, siempre la mira, como si no la conociera... la alumbra con su linterna hasta cegarla y después vuelve a la garita.
Cuando llegó a la cuadra de mi casa, silencio. Escuchó su corazón a mil. Shh. Silencio. El dogo del vecino duerme.
Se acerca a la puerta, tira la llave que esta puesta del otro lado en la cerradura y entra. Se saca los zapatos. Más oscuridad. La contraposición de los horarios de su casa le encanta. Ahora todos duermen.
Se fue a fijar si su cuerpo estaba en el cuarto, durmiendo. Pero no. La Chuna dormía profundamente.
... Sentada en la sala, esperándose confiada que llegaría en no mas de unas horas.

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