Me bajé del colectivo y ya no estaba.
Podría haberme quedado horas esperándome. Pero sabía que nunca llegaría.
Corrió por las cuadras oscuras que llevan a mi casa. El guardia la mira, siempre la mira, como si no la conociera... la alumbra con su linterna hasta cegarla y después vuelve a la garita.
Cuando llegó a la cuadra de mi casa, silencio. Escuchó su corazón a mil. Shh. Silencio. El dogo del vecino duerme.
Se acerca a la puerta, tira la llave que esta puesta del otro lado en la cerradura y entra. Se saca los zapatos. Más oscuridad. La contraposición de los horarios de su casa le encanta. Ahora todos duermen.
Se fue a fijar si su cuerpo estaba en el cuarto, durmiendo. Pero no. La Chuna dormía profundamente.
... Sentada en la sala, esperándose confiada que llegaría en no mas de unas horas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario