Un golpe a la puerta. Unos tacos apurados. Tres tipos alrededor. Un fábrica de juguetes abandonada.
Intentando llegar del otro lado, donde estabas vos, lejos. La fábrica inmensa y la gente mirándome desde arriba, con los ojos llenos de juicio, de haberme advertido. Los tres hombres bastantes altos y robustos me rodean.
-Y ahora ya no vas a poder pensar en tus sueños, ni en las decisiones que tomas, ni en el amor, ni en la pasión, ni en los deseos, ni siquiera en los fracasos. Ahora sos presa de las ambiciones de otros, de los deseos ajenos, de las pasiones de una ruta de mala muerta, en una provincia del norte del país.
Teléfono..., es un sueño, es un sueño... me siento en la cama y está nublado. Estoy temblando del miedo, ahogada en mi propio llanto, pero con la sensación de ser dueña de mi hermosa libertad.
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