sábado, 3 de abril de 2010

-Yo tuve una novia en Ramos...

A veces viajaba en el Sarmiento, desde once. Sino me tomaba el bondi esos que van todo por Rivadavia. Mi hermano también tuvo una novia en Ramos, pero el ya tenía auto en ese momento. Yo iba todos los martes, y los domingos. La rubia vivía a 6 cuadras de la estación del lado de Avenida de Mayo, en frente de Pinar el boliche ese famoso.
Me acuerdo de un día que fui a verla jugar al voley a un club, mmm.... ¿El estudiantil, puede ser? Me encantaba ir a verla jugar, andaba con sus shorcitos y las rodilleras. Ella tenía un hermano más grande, de mi edad. El flaco le decían, yo lo había conocido en un pool cerca de casa. Yo vivía en Rivadavia al 6100, y el Flaco que estudiaba sociología en Puan frecuentaba algunos bolichitos de la zona. Nosotros teníamos 19 años, ella tenía 14. Rubiecita, flaca y alta, unas gambas bárbaras. Salíamos de baile los domingos a la noche a Pinar. El Flaco y los amigos nunca entraban, siempre se quedaban dando vueltas. A mi me convenía porque me apretaba a la rubia en los reservados, hasta que a las doce teníamos que estar afuera que la vieja la esperaba. Un par de veces me ofrecieron faso, pero a mi me daba miedo porque justo habían subido los milicos. Una noche, la primera que convencí a la mamá de la rubia que nos deje volver solos del boliche, estábamos caminando con la rubia adelante de toda la bandita por 2da Rivadavia volviendo para el lado de la estación de tren, últimos venían el flaco y el goma, que le decían así a uno de los más pesados de todos los amigos del Flaco. El flaco venía moldeando un papel,y el goma andaba paseando con la bolsita de hierba en la mano como si fuese una sortija de calesita. Y de golpe, lo obvio: caen unos de verde, los tiran al piso, le sacan la bolsa, pegan unos gritos pedían documentos, yo empece caminar más rápido y quería que la rubia se venga conmigo. Pero se me escabullo de los brazos y salió corriendo a ver a su hermano. El flaco que estaba tirado en el piso, apuntalado con un caño. El goma estaba contra la pared con las manos en la espalda, el milico le preguntaba de donde había sacado lo que tenía en la bolsa. Yo seguí caminando me iba alejando de a poco de la escena para el lado de la estación, el tren a casa ya se escuchaba cerca, y no pensaba involucrarme en líos. Escuche un balazo al aire, gire la cabeza, la rubia gritaba, eso veía en la mímica pero no la escuchaba por el ruido del tren que se acercaba. Al flaco lo subían a un ford. Mi vieja me decía que a los que subían eran a los que andaban en cosas raras. Y me subí al tren en la estación de Ramos Mejía, y nunca más supe nada de la Rubia, que linda que era la flaca.

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