domingo, 13 de septiembre de 2009

Zulma

Nadie sabia muy bien por que lo hacía. La mayoría de las veces, volvían a dejarla en su casa (la que ella decia que era su casa), y una vez allí, se alejaban esperando no escuchar ningún grito.
La última vez que la entrevisté, me contó que su vida era un infierno. Que deseaba un silencio que nunca iba a llegar, que soñaba con gente que no era de verdad. Que ya estaba muy cansada y que sabía que no podía escaparse de las voces.. pero que aún en 47 años no había aprendido a convivir con ellas.

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