domingo, 25 de noviembre de 2007

Conduje toda la noche

soy una cantidad de películas viejas,
con polvo y olor a humedad.
miles de versos sacados de libros amarillentos,
y tapas verde loro de tela descocida.
nadie sabía como aquel, que la vida era una fiesta.
me quejé toda la noche por lo miserable de unos cuantos
que cada día son más, y por la perdición de todos,
que con unos pocos no se hace nada.
despierto sabiendo que soy una pobre ingenua,
que se cree lo que se dice en la calle,
que se cree que somos una manga de pelotudos.
pobre de mi que lo pienso asi,
que no busco la mirada nueva sobre el mismo el paisaje,
que agoto la paciencia de mi sangre,
que no puedo dejar de buscar.

Nos quedamos solas,
en silencio, agudo, metálico, frío.
Entró de nuevo casi como una niña traviesa,
sobre sus zancos para simular la grandeza,
miró alrededor, regaló varios besos.
Se acercó a la mesa, sus ojos marcaban el ritmo
de la ansiedad inevitable a pesar de los años.
tarjetas, números, autos, teléfonos.
chau ádios cuidate avisa

Silencio nuevamente un poco más relajado,
y con la luz más tenue.
El gato se mimosea con vos,
hablo de más por haber bebido sin cenar.
Una luz blanca irradia la luna,
cuando caminamos por la vereda,
estamos intolerables,
me das cargo de conciencia.
Me llamas moralista,
te corrijo la fonética.

No hay forma de que una charla nuestra no excede la hora y media.
Que divertido haber tenido el tiempo y el lugar de obligación para conocernos.
De haber sido diferente no podríamos llegar a entedernos.

1 comentario:

ester dijo...

soy lo que el tiempo deja en mis manos,
una autopista,
un campo ruín,
una mirada con muchas marcar,
soy lo que juntas pudimos decir.