Gritando desorientada entre gente que perdió la fe. Un poco furiosa por la falta de afecto. Desentendida de la obligación de volver a la rutina. Ni ser madre ni ser hija, individuo. En un ambiente con olor a nicotina, un aire caluroso desde el techo. El poder de la música cíclica, con sabor a fernet light, cierto humor desagradable de algún músico podrido de años. En tan poco tiempo, le han pasado más años que al calendario. Aunque no la excita igual el ritmo de la noche porteña, prefiere seguir andándola. ·Ya no brillamos igual mi amor!
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