Un silencio intenso que retumbaba en la habitación humedecida por tantas lagrimas.
Gracias por la paciencia- te dije. Pero tu rostro marcaba la bronca de la decepción.
Una vuelta atrás y confirmo el amor que no tiene nada que ver con las novelas de Jane Austen, ni con las películas de Bogart. Una cuota de tolerancia que no se compra en ningún lado.
vuelvo a tus ojos, y me sumerjo en ellos que me rescatan.
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