Otoño amigo, de los que preferimos el fresco y nada de sudor cayendo por la cara, cuando andas atravesando cemento a la luz del sol, en las horas en las que todos corren.
Mi madre me extraña y cada una de sus palabras me resuenan en la cabeza. Me oscurece pensar en como lava y plancha para todos, y sus quejas, y su espalda perforada de dolor.
¿Cuántos años tengo? No me acuerdo pero debo rondar los 30.
Los hijos que no tengo me gritan para que no me quede dormida y me piden que les de comer.
Yo lloro todas las noches porque no quiero dejar de ser feliz.
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