Clara esperaba en la puerta del café. Hacía frío y habían quedado en econtrarse a las 7. Mientras terminaba su cigarrillo, pispeó por el ventanal lateral para ver si lo encontraba. El tumulto de gente le daba coraje. Dos extraños, pensó. Chequeó el celular pero nada. Eran las 7.02. Penso en todo lo que tenía que hacer, por empezar, comprarse un par de guantes. Estaba ansiosa. Abrió un chicle y se le cayó al suelo. Mierda, que boluda. Levanto la cabeza chequeando que nadie la hubiese visto. Lo vió venir, cruzando la calle. Sin querer se puso colorada y trató de disimular -sin ponerle cara de orto, como le solía suceder- y sonrió.
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