Las librerías de la Capital son avasallantes. No sabe uno por dónde empezar a chusmear la cantidad eterna de hojas que allí residen. Clara, con sus ojos trasparentes ocultos bajo enormes gafas negras (según ella sus ojos no resisten la luz del sol) se deleita con cada libro que encuentra. Es apasionada de la literatura latinoamericana, amante de Guillermo Cabrera Infante, de Julio Cortázar, de Severo Sarduy, de Gabriel García Marquez, de aquellos que a pesar de vivir a tanta distancia, tenían algo en común, una historia americana, con la esencia de lo local, los problemas e inquietudes en común. Entre tantos best sellers, encuentra un libro de cuentos de Eduardo Sacheri, profesor suyo en Historia del arte en Universidad de Buenos Aires. Lo ojea, el libro se llama "Te conozco, Mendizabal", en él el cuento "Confesión de amor en la parada del 93". Lo lee en apenas unos minutos, y no puede evitar que una lágrima le recorra la mejilla. No le gusta como escribe su antiguo profesor, pero no puede coartar el sentimiento que aquellas palabras tan sencillas causan en ella, al revés que Esteban y Agustina en ese cuento, ella enamorada del hombre que unos días compartiría toda la vida con otra mujer. Suena el celular de Clara. Es Cata que la invita a cenar a su casa esa misma noche, que se juntan con el grupo de amigos a festejar su cumpleaños. Clara sin dar mucha respuesta confirma su presencia. Toma el libro. Lo compra como regalo para Cata. Sale a la Avenida de los teatros, se cruza con Theo. Se abrazan, ella siempre estuvo encariñada con él, pero le duele saber que a Cata le hace tan mal. Theo detecta la cara humedecida de Clara. La invita tomar algo en el bar cruzando el semáforo. Caminan bajo el sol de febrero. Cata es acuariana, primer día de febrero y nació para dar felicidad aquel verano del 80. Theo y Clara, no pueden evitar hablar de Cata y de los regalos que llevarán esa noche, de lo linda que es, y cuan feliz la pasan en sus cumpleaños, pues hace más de 5 cumpleaños que pasan todos juntos. Es ahí cuando Clara se da cuenta que Theo va a ir y que Cata no sabe de su asistencia, pero sabe que es mejor la sorpresa. ¡Que más lindo que la persona amada llegue a tu casa de sorpresa, te abrace y te desee felicidad! Clara es taurina, no se permite jamás la frustración, y odia perder en cualquier juego, prefiere no jugar que perder. Pero de pronto escuchando a Theo hablar del amor que tiene por Cata, se debilita y se hunde en llantos profundos, de esos que cortan la respiración, que hacen que uno emita un sonido agudo desde el pecho, desde la entraña misma. Con los ojos fuera de órbita, Theo la mira y emana palabras al aire para consolarle de no sabe qué. Y ahí Clara vomita en palabras tristes que está enamorada de su mejor amigo, Nazareno. Theo y Nazareno compartieron un año de secundario, en uno de los tantos colegios que asistió Nazareno, puesto que su padre era militar, y en esa época se mudaban de un lugar a otro. (continuará)
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