"...los náufragos sólo atinan a prenderse como tenazas de sus salvadores, y los hunden con ellos..." Vargas Llosa
A nadie le importa la historia de sus amigos, y a ella tampoco le importaba la historia de Patrick. Bastante hundida estaba como para que él la arrastre al fondo del mar. El vestido negro resaltaba su piel blanca, sedosa que desprendía juventud. Patrick no paraba de hablar, llenaba la habitación de risa y música, para que no se detecte el clima triste que los dos tenían por debajo del antifaz. Que lastima buscar premios consuelo por todos lados, sin conseguir el premio mayor. Su cartera de leopardo llena de pavadas para sentirse que lleva un botiquín por si no hay con que distraer una noche que tiene una hora menos. Theo llama a Patrick, como nunca lo hace salvo cuando quiere saber de ella. No se soportan, compiten por la atención de la damita. Los ojos grises de Cata no saben dónde mirar, y sus uñas salpican esmalte rojo de los mordiscos que les dio. el mismo círculo vicioso de siempre, llamado, encuentro, pasión, amor, desencuentro, enojo, distancia, una y otra vez. Si, pasión y después amor, porque los días hacen a la espera ardua y parten al hombre del animal. Patrick le corta el teléfono a Theo sin demasiada explicación. Bajan al estacionamiento, ella atina no subirse al auto. Patrick ni cuenta se da. Parten a la fiesta, donde la gente no encuentra nada, ni a nadie. Y Theo la ve desde la entrada, la mira, la huele cerca. La enfrenta, quedándose sin palabras, la besa, roza sus pechos, se siente en otro lugar dónde no hay música, no hay gente, en un lugar cálido, lleno de perfume de Cata. pero se inhibe, se echa para atrás. Ella lo deja ahí en medio de la realidad, como un pez en medio del océano, listo para ser comido por las pirañas. Gente que pierde gente. Un calor que no se quita con ninguna bebida, alcohol derrochado por todas las bocas presentes. Cata saca el paquete que no quiere usar. Pero ya rechazo a su jefe, corto un llamado, y no puede dejar de pensar en Theo. Va al baño. Lo busca en su billetera. Lo abre despacio para no desperdiciar nada. La consume de un solo respiro. No se nota en su cara, porque es tan blanca ella que nada la perturba. Sale, y como si la vida no fuese una gran casualidad, se chocan con Theo. Sin mirarse, se besan, ella lo besa, él no puede pensar. Una y otra vez como siempre, terminan sobre la cama de Theo, como Cata había recordado por la tarde. Su vientre lleno de besos. La boca de Cata hundida en el cuello de Theo. Y se deslizan sobre las sábanas, suena Perfect Day. Theo la bebe con tanto deseo que ella en un solo momento descubre el amor que le tiene. Ya dentro suyo, no quieren soltarse ni dejar de ser uno. Mucho menos pensar, porque quién sabe si en la tarde de mañana se puedan mirar.
A nadie le importa la historia de sus amigos, y a ella tampoco le importaba la historia de Patrick. Bastante hundida estaba como para que él la arrastre al fondo del mar. El vestido negro resaltaba su piel blanca, sedosa que desprendía juventud. Patrick no paraba de hablar, llenaba la habitación de risa y música, para que no se detecte el clima triste que los dos tenían por debajo del antifaz. Que lastima buscar premios consuelo por todos lados, sin conseguir el premio mayor. Su cartera de leopardo llena de pavadas para sentirse que lleva un botiquín por si no hay con que distraer una noche que tiene una hora menos. Theo llama a Patrick, como nunca lo hace salvo cuando quiere saber de ella. No se soportan, compiten por la atención de la damita. Los ojos grises de Cata no saben dónde mirar, y sus uñas salpican esmalte rojo de los mordiscos que les dio. el mismo círculo vicioso de siempre, llamado, encuentro, pasión, amor, desencuentro, enojo, distancia, una y otra vez. Si, pasión y después amor, porque los días hacen a la espera ardua y parten al hombre del animal. Patrick le corta el teléfono a Theo sin demasiada explicación. Bajan al estacionamiento, ella atina no subirse al auto. Patrick ni cuenta se da. Parten a la fiesta, donde la gente no encuentra nada, ni a nadie. Y Theo la ve desde la entrada, la mira, la huele cerca. La enfrenta, quedándose sin palabras, la besa, roza sus pechos, se siente en otro lugar dónde no hay música, no hay gente, en un lugar cálido, lleno de perfume de Cata. pero se inhibe, se echa para atrás. Ella lo deja ahí en medio de la realidad, como un pez en medio del océano, listo para ser comido por las pirañas. Gente que pierde gente. Un calor que no se quita con ninguna bebida, alcohol derrochado por todas las bocas presentes. Cata saca el paquete que no quiere usar. Pero ya rechazo a su jefe, corto un llamado, y no puede dejar de pensar en Theo. Va al baño. Lo busca en su billetera. Lo abre despacio para no desperdiciar nada. La consume de un solo respiro. No se nota en su cara, porque es tan blanca ella que nada la perturba. Sale, y como si la vida no fuese una gran casualidad, se chocan con Theo. Sin mirarse, se besan, ella lo besa, él no puede pensar. Una y otra vez como siempre, terminan sobre la cama de Theo, como Cata había recordado por la tarde. Su vientre lleno de besos. La boca de Cata hundida en el cuello de Theo. Y se deslizan sobre las sábanas, suena Perfect Day. Theo la bebe con tanto deseo que ella en un solo momento descubre el amor que le tiene. Ya dentro suyo, no quieren soltarse ni dejar de ser uno. Mucho menos pensar, porque quién sabe si en la tarde de mañana se puedan mirar.
1 comentario:
aaaaaaaaaa sniff
que duro es verse reflejado en el clima nostalgico y la sensación de estar perdida
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