Después del llamado por teléfono, salí disparada para tu casa. Me senté en el suelo de tu habitación al lado de tu cama. Jamás te había visto así. Me contaste cosas que nunca hubiese esperado y hasta lloraste. Vuelvo a mi, anonadada, estuve fuera un par de horas. Caida libre, te propongo vayamos a dar un paseo. Aceptas, salimos a caminar, te tomo de la mano y te dejas. Te da miedo mirarme a los ojos, bajas la cabeza. Tu silencio cubre todas mis expectativas. Me hiciste mucho mal, aunque nunca quisiste. Llegamos a la casa ocupada. El cielo se pinta de verdes, azules y naranjas. Te querés sentar en un pilarcito. Te pido que no te calles nada más. Nos miramos fijo, te abrazo. Y el perfume de los jazmines da cuenta de que ha llegado diciembre.
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