Recién una vez que pude saltear el temblor sostuve, convencida, que había hecho lo correcto. Y en realidad prefería mil veces tenerte al lado y caminar dos cuadras sin hablar, o bardear tu peinado, tu ego y el de tantos otros que esperar a que te decidas quererme como yo a vos. Y sin embargo, sobreviví. Y gracias a vos puedo decir que alguna vez me deje llevar y sentí tanto como nunca antes, ni después. Es como si no me faltara nada más, le dije. Y ella me conto que esa noche mis ojos irradiaban felicidad. Hubo otro momento, después de tanto, en el que yo ya había entendido que no podía esperar nada más de vos. Después de haber llorado todo lo que pude, y haberme enojado conmigo misma por haberte creído, por esperar que vos hicieras que valga la pena, porque no dejaras nunca de quererme, te deje ir. Mi mente se estancó creyendo que no le alcanzabas, que podía sola, como venía siendo desde siempre. Ahi te perdí. Perdi tus miedos, perdi tus sueños, tus chistes, tus pensamientos y tu amor. Y desde entonces empecé a creer que el amor no existe...
1 comentario:
heavy mental.
y no se si se lo merecen
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