Tengo la leve sensación de volver a esas relaciones infantilistas donde él hace la suya, y yo llorisqueo. Me niego. Rotundamente. Lo entiendo, me esfuerzo por negarme. Y lo que pasa, pasa solo. El poder de integrarse en un todo único, no es tan accesible como parecía.
Un libro de historietas me come viva, para hacerme despertar en un fondo dibujado por ese que firma allí abajo. Todo se vuelve tan impreciso, cuando vivís en el mundo de otro.
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