Te escribo desde lo más sincero. Te escribo desde lo llano, desde el oeste, por no decir más. Es allí donde veo al sol esconderse cada día. Mi humanidad no es otra cosa que lo que respiro. Simple y fiel a mi realidad. Te estremece pensar que tiemblo por aquello que me hace sentir viva. Y no un pájaro, ni poesía ni ficción. Si no podes amoldarme a tu ilusión, no es porque sea seca mi letra sino porque tu idealización no tuvo tiempo para conocer lo que en realidad soy.
No admiro las mentes que se enriedan en si mismas, no admiro esa particular forma de leer la vida, autorreferencial. Nadie es tan distinto como para pretender algo más que un amor terrenal, amor de actos y no de palabras. Y si acaso así fuera, el vacío ahogaría tu último grito. En tu ideal no hay novedad, no hay ritmo. No existen los iluminados. Solo es un intento por reafirmar la esencia que edificaste sobre mi, sin aceptar que lo que buscas nunca lo vas a encontrar, porque te estabas viendo a vos mismo.
2 comentarios:
me maravillas marta con estos textos
te adoro amiga!
chan! je, no lo habia leido...
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