Camine de más, no por capricho
Me senté a esperar que llegara mi bus sobre la Avenida arbolada de Recoleta.
Calor. Calor sofocante. Colores blancos, amarillos. Una chica comiendo un alfajor. El olor impregnaba toda la unidad. Una pareja besándose. Me mareo. Un señor me permite sentarme. Doblamos por Pueyrredón, el viento me daba en la cara. Respirar profundo. Sí eso me tenía que hacer bien.
Dejé de mirar por la ventana. Todo potenciaba mi malestar. De golpe, la vista empezó a nublárseme de a poco gradualmente.. nada podía hacer. Ya a oscuras y antes de caerme alcancé el botón del timbre del bus. Córdoba se abría ante mi, y yo, no tenía idea lo que pasaba a mi alrededor.
Análisis de sangre. Nutrición. Mambitos. Libretas. Trabajos prácticos. Amores. Amistad. Corridas. Salidas. Recuerdos. Secundaria. Universidad. Todo en potencia, donde no hay privacidad. La vida se remonta a un estado emocional. Arcadas. Me siento, respiro, me calmo. Espero que todo vuelva a su lugar.
Hasta cuándo mi cuerpo pedirá auxilio.
Soñaba que corría.
Era verdad.
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