Se puso de pie sin notar que sus zapatos hacían crujir la madera del suelo. Iba a despertar a Julio. Hice señas para que no hiciera más ruído. Agarró su teléfono que estaba en la mesa ratona, sin siquiera mirarme y salió de mi casa al compás de una puteada. Nunca entendí a qué se refería porque lo dijo en francés. Cuando se enoja habla en francés. Noté que me estaba puteando porque frunce el ceño cuando lo hace.
Si soy una puta. Le metí los cuernos. Le pedí todo y me respondía "te puedo dar hasta acá". Entonces le fuí infiel. Y ahora me dice que "él no puede vivir sin mi".
(Cuanto tiene que girar el mundo para que nos vayamos dando cuenta que no somos el centro.)
Julio es mi hijo. Tiene 3 años. Su papá nos abandonó cuando su carrera de músico le permitió dejar el país hace dos años.
Los hombres de mi vida han sido varios. Y nunca llegó el amor aún. Sólo Julio es la verdadera razón de vivir.
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