Quiero darte besos con la lengua.
Y que me desnudes despacio,
poco a poco,
tomándote tiempo para destapar cada parte de mi cuerpo.
Quiero que me mires la boca,
el cuello,
los lunares del pecho,
el ombligo,
los muslos.
Que los mires sin tocarme,
respirando la temperatura que mi cuerpo levanta cuando vos estás cerca.
Quiero que me mimes,
que me adules, y me agarres fuerte.
Que me hagas gritar y reír,
y a veces también llorar;
y que después de algunas horas
te despiertes
y yo siga acurrucada contra vos.
Quiero que entiendas,
de una vez,
que me haces temblar de placer
y de miedo, también,
porque yo ya entendí
que soy tan vulnerable a vos.
Quiero mirar tus colores mientras dormís;
darte besos en el cuello y en la espalda,
calentarme las manos para después poder acariciarte.
Quiero que me dejes abrazarte,
y cuidarte,
como si fueras mi arma favorita;
cómo si fueras, al mismo tiempo,
mi defensa y mi fantasía.
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