Subimos al auto y no teníamos nada mejor que hacer. La risa invadía el interior del auto que hacía unos minutos sólo era frío. Europa en invierno es muy crudo. Recorrimos la ciudad con un guía francés, que nos hablaba en un español impecable y nos regalo el viaje. Un primero de enero lejos de Buenos Aires. Un tanto mundano. El olor apesta en los antros de París. Botellas, subtes, amigos, ropa de abrigo. Unas zanahorias cortadas en tiras como en las pocas de vacaciones solas en el oeste bonaerense.
Y ahora sin saber bien si salir volando, si conseguir una casa, si andar en auto o en tren. Ahora pensando en que placeres abandonar o en qué camino seguir, en crecer o en mantener el estilo de vivir.
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