Tiempo de echarse a reír- de guardar las lagrimas en el cajón de los perdidos.
Tiempo de dejar de volar, y con los pies en el piso saber donde saltar.
Sentir la eternidad en lo mínimo del goce ajeno.
Congeniar, energizar... asistir los momentos de los que se abren a uno.
Llega. Todo llega, dicen. Cuánto habrá que esperar, nadie lo sabe.
A cada uno le toca su realidad.
Deformación de sentido, pierdo mi cabeza en un anden de perpendiculares que en algún punto se cruzan, pero es solo un punto y eso basta.
La eterna inocencia de un abril lleno de excusas, la bondad de una nueva vida, si la pedís.
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