del mismo verano del '42
ai dios.
en el medio de la montaña
me doy cuenta cuanto perdí
sin dudar de lo que sentí
pero sabiendo el capricho
de la inmadurez de un pasado
que no podía dejar pasar
por momentos me salgo de mi
hago una mirada objetiva
sitúo el porqué del llanto
en la palestra
y detecto todo tan poco creíble
absurda mi obsesión
reconozco mi necesidad
no tengo ganas de seguir serruchando nada
que no merezca que lo haga
(sin desmerecer ni desmerecerme, no?)
encuentro una cara que demuestra
tenerlo todo, y valerlo
me da ganas
pero necesito tiempo
para mi, para respirar, para despejar
y volver al juego.
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